Capítulo 1: El Despertar en la Oscuridad

Despertó con un sobresalto, sin la más mínima idea de cómo había llegado a ese lugar. Un entorno ajeno lo rodeaba, uno que desbordaba toda lógica, como si las leyes del mundo se hubieran desvanecido. El aire, espeso y gélido, parecía comprimirse a su alrededor, mientras una quietud extraña invadía el espacio. Sin embargo, en la penumbra que lo envolvía, algo se movía. Las sombras, como formas de una oscuridad más profunda, se deslizaban por las paredes y el suelo, pero no tenían una forma definida. Se estiraban, se retorcían, pero nunca alcanzaban la claridad. Eran sombras sin cuerpo, ecos vacíos que nunca alcanzaban el rostro de lo que podrían ser.

El tiempo parecía haberse detenido. Un reloj derretido colgaba de un árbol seco, como un testigo de la distorsión de aquel lugar. A pesar de su presencia, no había nada más que eso: las sombras, el frío, y un vacío insoportable. Él estaba solo.

—¿Dónde estoy…? —dijo el hombre, pero su voz se desvaneció en el aire sin respuesta, como si nunca hubiese sido pronunciada. Nadie contestaba. Nadie se veía. Solo sombras, que se arrastraban a su alrededor, como susurros de algo que jamás podría comprender.

El silencio lo abrazaba con una intensidad aterradora. La soledad, palpable y llena de incertidumbre, lo envolvía mientras intentaba comprender lo que sucedía. Las sombras lo observaban, pero no en la forma que uno esperaría. Estaban allí, presentes, pero invisibles a su juicio. El vacío, con su vastedad, se extendía sin fin, y él permanecía en su centro, perdido.